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miércoles, 31 de octubre de 2012

Extrañar-Té.

Tomar el té, cualquiera, me hacía recordar mi niñez enferma.

Té de limón para esto, té de canela para el otro, té de manzanilla para aquello, té de hierbabuena para... Té, odiaba el té, cualquier sabor me evocaba enfermedad, debilidad, hasta que un día no hubo más. 

Llegó otro tiempo, la frialdad del tiempo, banalidades, superficialidades, comercialidades, violentos edemas, agresiones mentales y obsesiones mortales, vida fría, absoluto vicio corrupto.

Caí helada en el mundo abrupto, llegó el momento o morir congelada o empezar a calentarme... Llegó, llegaste, tomas-té y me lo hiciste llegar a mi boca inmóvil, partida de frío. Bebí esa infusión, me calentó el amor líquido que me diste.

Me levanté en el crimen perfecto, regresó, el tomar-té y el té se accionó, adicta a ti, mi infusión favorita eres tu.... Se fue, te fuiste y me dejas-té... El único placer que me recuerda a ti.

Toma el sentido otra vez, la enfermedad de mi niñez... Es esa que me recuerda que mi debilidad regresa, mi enfermedad fui yo, mi sanación fui yo, mi debilidad eres tu.

Sólo espero, sentada, tomando-té y añorando tu regreso, porque mi enfermedad me acosa, me lastima, necesito beber-té para dejar de extrañar-té.

Danna DanGer.

viernes, 19 de octubre de 2012

Calor

No es sólo ese proceso energético físico, va más allá, en diferentes formas... En diferentes esencias cálidas.

El calor de una lágrima que va brotando, mientras se enfría al recorrer la mejilla, o bien, en una risa que calienta la garganta, carcajadas de recuerdos, cálidos recuerdos.

El calor que se embotella en un licor, para calentar el corazón, para calentar la razón, o darle más fervor al descontrol corporal, mientras el calor del humo del cigarro que se inhala en celebres momentos de una tranquilizante bocanada.

El calor de un misterio guardado, de excusas, de frecuentes enojos e impotencias, de frustraciones truncadas en la mente, en la vida, en el amor, en los cálidos sueños hechos pesadillas.

El calor, de una pérdida perdida, de un corazón que se ganó un amor efímero, o bien, de un corazón que sigue en la esperanza de todos los males, de los devenires y ansiosas fantasías románticas.

El calor de la compañía, de esas personas contadas que están ahí, en momentos trágicos y felices, en la vida y muerte, la calidez de su abrazo o la caricia de su verbo que calienta el momento más frío, de la soledad y sus fantasmas... El calor de ser sin necesidad de estar.

Danna DanGer.

lunes, 8 de octubre de 2012

Ausente.

Ausente, mientras nadie observa...

Con una enfermedad ocular de un espacio infame, se mira lo que mira la vida de un olvido, si mi ausencia no mata, ni da vida ¿Qué podrá ser en tu mirada? una imagen sin mentiras, una composición de un panorama hecho una sensación que no fue, que no será y no volverá, un filtro que se escapó sin darse cuenta, sutil, nítido y casi contrastante con el regar de la única presencia, tus ojos, tú...

Ausente, mientras nadie habla...

Con la miseria de las cuerdas bucales deshechas, se habla lo que se dice en un silencio, si mi ausencia no habla, ni calla ¿Qué podrá ser en tu palabra? una frase sin verdades, un verso irónico hecho para el oído que no escuchó, que no escucha y no escuchará, una esdrújula sin sentido que se fue al final, sigilosa y sin razón con la armónica presencia de tu lengua, tu boca, tú...

Ausente, mientras la ignorancia vive, me cega y enmudece... Para hacerte saber mi presencia, ausente.

Danna DanGer.